Creo que Terry Gilliam es uno de los directores actuales peor valorados.
Gilliam comenzó como dibujante, director artístico y actor en el grupo británico Monty Phyton. Más tarde, cuando se disolvió el grupo cómico, se dedicó a hacer películas en solitario. Aplicaba en ellas todo ese humor absurdo y la ironía aprendida de los Monty Phyton creando algo insólito en el cine norteamericano. Quizás por eso, tras la dificultad de financiar sus producciones en EEUU, tuvo que volver a buscar ayuda en el Reino Unido.
Personaje inquieto, con una imaginación desbordante, hasta el punto en que supera su capacidad. Pero él siempre se esfuerza por alcanzar su imaginación y con ello, aunque le cueste, consigue ir un paso por delante del resto. Intentar acotar lo que uno tiene en la cabeza no es nada fácil y más cuando se es alguien al que las ideas le acuden como bombardeos continuos. Probablemente su mente caótica sea motivo de las dificultades que siempre ha tenido en sus rodajes, añadiendo un factor de mala suerte continua por el que sorprende que continúe dirigiendo. Él se parece a muchos de los personajes que crea, siguiendo adelante a pesar de que su camino, lleno de peligros, conduzca a un precipicio.
Quiero destacar de sus películas una que vi hace poco, Brazil, que nos presenta una época atemporal, donde reina una distopía incomprensible y absurda. Una revisión de 1984 a lo Terry Gilliam, que aprovecha para criticar con ironía y exageración la sociedad actual. Es necesario verla con otro enfoque, sabiendo que te vas a encontrar con algo que nunca se le ha ocurrido a nadie antes. Si no se es capaz de introducirse en el mundo que cuenta, parecerá una película absurda y mala. Apuntar también que el protagonista es Jonathan Pryce (El mañana nunca muere, Piratas del Caribe), con apariciones esporádicas de Robert de Niro, Bob Hoskins (Hook, Super Mario Bros), Ian Holm (El señor de los anillos, Alien) y Jim Broadbent (Harry Potter 6, Moulin Rouge). La recomiendo totalmente.
Aunque ésta especialmente sí recibió buenas críticas, el resto, desde Las aventuras del Barón Münchausen hasta El imaginario mundo del doctor Parnassus, ha sido vapuleado por la crítica y el público injustamente. Debido a ese rechazo a dejarse llevar por imágenes entre entre lo real y lo onírico. Si lo comparamos con otro director, conocido también como creador de mundos fantásticos, Tim Burton, vemos aquí sus principales diferencias. El primero no se ha vendido y ha sido siempre fiel con sus ideas, a pesar de que tanto público como sus propios productores no siempre le entendieran; mientras, el segundo sí ha sabido captar y acercarse a la gente de una forma eficaz.
Por ahora, Gilliam se ha empeñado en retomar El hombre que mató a Don Quijote, película que no pudo terminar debido a un cúmulo de contratiempos. Este empecinamiento por volver es una muestra más de su quijotesca carrera, lo que más se le puede valorar.
Bye!